Opiniones

¿Por qué Luis Abinader debería entender la importancia de ser el primero?

Ramón Stalin Montero Santiago

La República Dominicana y el mundo vio como Luis Rodolfo Abinader Corona se convirtió en el primer presidente en ser electo en las primeras elecciones realizadas en el medio de la pandemia de la covid19, en el inicio de la segunda década del siglo XXI.

Luis Abinader es el primero en su familia que logró una candidatura presidencial que ganó las elecciones nacionales, siendo entonces el primer descendiente de migrantes libaneses que asciendió a la presidencia; y que además podría ser el primero en reelegirse por el PRM sin la necesidad de modificar la Constitución para esos fines.

Abinader también tiene a bien ser el primer candidato presidencial escogido por el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y el primero en incluir en su plan de gobierno titulado “Un País para su gente” dos líneas de acciones reivindicativas para las mujeres: la 12 sobre igualdad de género y empoderamiento de la mujer, incluyendo las tres causales excepcionales para la interrupción voluntaria de embarazos; y la 13 dedicada a enfrentar la violencia basada en género.

Y todo eso me hace pensar que Luis Abinader como presidente y principal líder político que en este momento tiene el país, debe tomarlo como referencia para seguir escribiendo su nombre en el libro de la historia.

La importancia de ser el primero me recuerda la película estadounidense Hidden Figures (Talentos Ocultos), del 2016, que en una de sus escenas más emblemáticas muestra como a una mujer negra le tocó hacer reflexionar a un juez blanco sobre porqué él debía entender la importancia de que ella fuera la primera en poder acudir a una universidad de blancos para lograr ser la primera ingeniera negra en la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, más conocida como NASA (por sus siglas en inglés).

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Pues, sin duda alguna, el Señor Presidente, hoy debería pensar cómo podría ser recordado en los próximos 100 años, si ratifica su compromiso con las mujeres dominicanas, y si con su visión y su liderazgo, impregna al Estado dominicano de un nuevo código penal, moderno y consonó con el siglo XXI y con el nombre de su partido.

Además de su honestidad, su compromiso con la transparencia y con crear las condiciones desde el Poder Ejecutivo para que haya una justicia independiente, ¿Qué le hará diferenciarse trascendentalmente de todos los gobernantes anteriores? ¿Qué le permitiría indiscutiblemente hacer justicia histórica con esa mitad de la población tan maltratada y a quienes todos los gobernantes anteriores le han quedado mal?

Creo fielmente que el presidente Abinader debería hacer uso de la capacidad de escucha que tantas veces ha mostrado cuando retrocede ante una medida ya anunciada. Ojalá tome en cuenta que con las mujeres sigue teniendo una enorme deuda (no ha aumentado su representación ministerial, tampoco ha logrado que su partido adopte una política interna paritaria y a pesar de sus disposiciones, siguen siendo insuficientes los esfuerzos de su gobierno con una política de igualdad).

Hay que invitarle a pensar lo que representaría que sea su gobierno el que promueva un código penal que lleve a la República Dominicana a gozar de lo más cercano a un estado de derecho real, donde a los grupos vulnerabilizados se les respeten sus derechos, donde cada infante pueda tener garantizada su integridad, contando con protección ante lamentables agresiones de sus propios tutores; y donde las mujeres puedan salvar su vida y conservar su dignidad, en casos tan extremos como los cubiertos por las tres causales.

El Honorable Señor Presidente debe casarse con la gloria dándole respuesta a las décadas de lucha de las mujeres dominicanas, y debería asumir que su mejor contribución será que todas puedan decidir ante casos extremos y excepciones.

Luis Abinader puede seguir siendo el primero, solo falta que lo asuma.

Wellington Pérez

Egresado como periodista de la Escuela de comunicación de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Cuatriboliao, Minoso y más Cabraleño que una Cachua o una Viejaca.

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