Politica

PEDERNALES: Un caso del Clientelismo Político Dominicano Sin Precedentes

Por Carlos Julio Féliz

El pasado domingo 6 de Octubre, durante las primarias del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en Pedernales se instaló una mafia electoral que podría constituir un caso de interés para la sociología política universal.

Aunque les resulte increíble, en esta provincia, la menos poblada de la República Dominicana, con alrededor de 40 mil habitantes ( de los cuales la mitad conforman el padrón de votantes), se repartió dinero para compra de votos, sólo el día de las primarias, en busca de la candidatura a la Senaduría del partido oficial, estimado en más de cien millones de pesos, unos 2 millones de dólares.

Esto no incluye decenas de millones invertidos durante y previo al inicio oficial de la pre-campaña, desde que la aperturó la Junta Central Electoral.

De los cuatro aspirantes que corrímos a esa posición, dos pre-candidatos de las dos principales corrientes que se disputaban el control de la Presidencia y el Congreso repartieron dinero «por un tubo», a la franca. Sin cuidarse de las leyes, de nada, ni de nadie. Era una jornada de locura, como si se viviera el día del juicio final.

Yo quedé atrapado en un fuego cruzado de compra de voluntades jamás visto en la historia de mi provincia y provablemente de la nación.

Una gran parte de los electores se convirtieron en mercancías. Aquello se convirtió en un gran mercado, donde -salvo excepciones- las personas tuvieron su precio.

Semana antes del sufragio se distribuyeron decenas de millones en camas, neveras, muebles y todo tipo de electrodomésticos, asi como cemento, bloks, varillas, zinc, madera y todo cuanto usted pueda imaginarse para la construcción.

Se hizo a lo largo y ancho de toda la provincia. Desde Juancho, el Distrito Municipal donde empieza, hasta La Altagracia, Distrito Municipal José Francisco Peña Gómez, en las altitudes de la Sierra del Bahoruco. Repararon cientos de viviendas en todo Pedernales.
En la noche antes de las votaciones, me llamó un profesor del Distrito Municipal de Juancho, para decirme que había visto pasar 73 autobuses modernos y una cantidad indeterminada de microbuses repletos de personas que se dirigían a La Colonia, Oviedo, Tres Charcos, Pedernales, Aguas Negras, Mencía y La Altagracia donde funcionaban los centros de votaciones.

Durante la madrugada, el tranquilo pueblo de Pedernales ya estaba convertido en un bullicio total. Y a las seís de la mañana, frente a los centros de votaciones se habían formado interminables filas de votantes que nadie conocía.
Procedían de Barahona, Neyba, Azua, San Cristóbal, el Distrito Nacional, el Gran Santo Domingo, Monte Plata, La Romana y la provincia La Altagracia, esta última a casi quinientos kilómetros, entre otras. Aclaro que no se trataba de pedernalenses ausentes quienes tienen el mismo derecho que los residentes y que aprovechan la ocasión para reencontrarse con los suyos.

Un votante foráneo que procedía de Verón, provincia La Altagracia, discutía con uno de la ciudad de Higüey. Alegaba que viniendo de más lejos no era justo que le dieran 5 mil pesos y al higüeyano 8 mil.
Frente al Centro Bienvenido Morillo, un pedernalense de la ciudad mostraba 30 cédulas que había colectado en su sector. Decía que controlaba cuatro familias y pidió la suma, a un coordinador de un aspirante a Senador, de 150 mil pesos. Es decir a 5 mil pesos el voto.

«Este pueblo no sirve para nada» decía, indignada una dama que presenciaba la escena.
Otra señora comentó que a un comerciante le ofrecieron, dias antes de las elecciones, un millón de pesos para que su familia entera anunciara su apoyo, en un acto público, a uno de los aspirantes a senador.

Odalis Báez, corresponsal del Listín Diario escribía: » Varios votantes que se habían aglomerado en los alrededores de los más de 18 colegios de las primarias comenzaron a rumorear, (Sic.) si los politicos aspirantes a las candidaturas por los partidos PLD y PRM no le resuelven económicamente no votarían, mientras las horas avanzaban».

Cuando ya los miles de votantes, que llevaron de casi todo el país, estaban en sus puntos de destinos, algunos a 500 kilómetros, en Pedernales cientos seguían en las filas. La mayoría de de estos no soportaban el cansancio y el calor y decidieron, una gran parte, no sufragar.
Dentro de las personas en filas estaba mi hija Silvia quien logró votar cerca de las 9:00 de la noche, hora en que la televisión daba a conocer que el escrutinio presidencial superaba ya el 90 por ciento del total nacional.
Silvia soportó de todo. Hasta la amenaza de un supuesto enfermo mental, quien amagó con dos piedras y rompió la fila. Al descomponer el grupo llevó a mi hija casi a la cola, nueva vez. Pero ella defendió su espacio «a capa y espada». Fue entonces cuando una «compravotos» de uno de los precandidatos a senador (por supuesto que no sabía que era mi hija), le propuso el «coffe break». 5,000 pesos para que votara por la tripleta que promovía a Presidente, Senador y Diputado.
Y le planteó como condición, que alegara que no sabía votar para entrar con ella a la cabina de votación y garantizar así que lo hizo por su propuesta. Mi hija, claro está, remitió la intrusa a que se lo propusiera a una igual que ella.

Escuché, posteriormente, al Presidente de la Junta Municipal Electoral de Pedernales decir por una emisora de radio local (aclaro que es una persona muy seria), que no se explicaba por qué tanta gente alegaba, por razones diversas, que necesitaba acompañante para entrar a sufragar.
Y es que hubo personas, que le habían entregado hasta 10 mil pesos para votar por un determinado candidato y para ello debían tener la garantía total de que votaron por el comprador. Supe que en este paquete incluyeron a decenas de «banqueras» o sea las que venden números de loterías. A un pastor evangélico de la parte baja del pueblo le entregaron una «ayuda» por 200 mil pesos.

El pueblo parecía anesteciado y lucía sicológicamente confundido. En las colonias agrícolas los votos se vendían como guineo. Lo mismo en Oviedo y la Colonia.
En Juancho fue una garata con puño, a tal nivel que dos legisladores y un ex diputado casi se matan a trompadas, creando un caos en pleno centro de votación.

Oviedo era un mercado de venta de votos sin igual.
La compra de conciencia incluyó a campesinos, obreros, estudiantes, maestros, motoconchistas, comerciantes, deportistas, abogados, periodistas (graduados en universidsdes y empíricos), locutores, comunicadores, ingenieros, en fin.
Destaco que no todos los pedernalenses entraron en ese mercado electoral.
La sorpresa es que obtuve unos 300 votos, frente a los más de 3 mil que sacaron los líderes del clientelismo.

El cuarto aspirante fue derrotado por la opción ninguno.
El profundo dolor que sí me quedó fue el caso del ingeniero Pedro Gamalier Grullón, un amigo de infancia, pedernalense ausente, quien fue a sufragar y me dejó con dos amigos el siguiente mensaje: » Dile a Carlos Julio que vine a votar por él, que sólo vine a eso. Dile que voté demaciado bien».

Horas después supe que al retorno, en plena carretera, murió de un infarto en el llamado Puente de Los Pilones, próximo al Cruce de Ocoa. A partir de ahí me desinteresé del proceso de manera total.
Habrán quienes, ahora, tratarán de lastimarme. Sobre todo quienes se beneficiaron de la mafia electoral jamás vista. A ellos les digo que estoy durmiendo tranquilo. Que el mundo no ha terminado.
He recibido cientos de llamadas y mensajes por todas las vías, desde todo el país y del exterior, preguntándome qué pasó en Pedernales.
Desde Estados Unidos un amigo de la Florida me escribió por WhatsApp: «Seguí tu campaña desde las redes. Fue ejemplar». Desde Europa un amigo me dijo: «Siento pena por Pedernales, no por ti». Desde Puerto Rico un pedernalense me comentó: «Se jodió nuestra sociedad».

Quiero decirles que un gran aliento es que en el fragor del procelitismo, por las redes varios comentarios me animaron. Uno de estos autoría de Víctor Rafael García, quien escribió: «Carlos Julio es de las pocas cosas buenas del PLD. Que Dios lo ayude para que pueda seguir ayudando a Pedernales, cosa que ha demostrado día por día». Otro lo colgó José Vilomar (Papi Mirino), quien comentó: Carlos Julio es el pedernalense más ilustre de todos los tiempos».
A ambos les respondí que son ellos los merecedores de esos elogios.
Al pueblo le había advertido por la estación Trueno F. M., de Empresas Radiofónicas sobre la avalancha de foráneos que irían a decidir por Pedernales y que durante el día «D» le iban a ofrecer decenas de millones de pesos. Se lo dije en un histórico discurso de una hora, durante un programa lleno de alegría, animado por la banda de música, junto al formidable equipo de campaña que llenaba de orgullo a cualquier ciudad desarrollada del país.
Pedernalenses de todas partes me preguntan todavia qué pasó. Me comentan si es que Pedernales ya no es el pueblo que era. Escúchenme, por favor, les pido que pese a todo nunca dejan de creer en la gente.
Sigan luchando por el país, por el pueblo noble. Algún día se comprenderá todo lo que ha pasado. Jamás dejen de creer en sus hijos, ni en sus nietos. Quiéranlos. Dios tiene el control y sabe porqué ocurrió todo.
Abrazos.

Wellington Pérez

Egresado como periodista de la Escuela de comunicación de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Cuatriboliao, Minoso y más Cabraleño que una Cachua o una Viejaca.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba