Por Jhanfri Feliz
La economía dominicana tiene dos grandes y serios problemas, y por ellos el gran crecimiento económico anual del 5% del Producto Interno Bruto (PIB) no se ve reflejado en el bolsillo de los dominicanos. El primero tiene que ver con la informalidad mayoritaria del sector productivo y el segundo con el descontrol fiscal. Sobre ambos he hablado y reflexionado de manera asidua; en este post nuevamente vuelvo a hacer un énfasis más.
Los altos impuestos ahogan a los pequeños productores, por esto el gran lastre de la informalidad de nuestra economía se ve reflejada en los rubros más dinámicos, cuyas actividades no demandan una formación formal; algunos de estos son el de la construcción y el agropecuario. Desde ellos se incentiva a la informalidad laboral; por esto cerca del 56.7% de la fuerza laboral desempeña su trabajo sin ningún tipo de paraguas jurídico, por ende, sin acceso a seguridad social, seguro de salud y/o beneficios de ley. Este problema condiciona la competitividad bajo los mismos parámetros y, por tanto, se ve afectada la capacidad de recaudación del Estado. El otro gran problema tiene que ver con la falta de responsabilidad fiscal, es decir, la imposibilidad de la administración estatal de turno para hacer los recortes y ajustes de su plan de gasto presupuestario a aquello que potencialmente recaudará por medio de los impuestos.
Para el próximo año se estila que el presupuesto general del Estado dominicano sea de RD$1,140,680.7 millones (Un mil ciento cuarenta mil seiscientos ochenta millones setecientos mil pesos dominicanos); el equivalente al 15.4% de lo proyectado como Producto Interno Bruto (PIB) para el próximo año. Sin embargo, no se tienen recursos suficientes para el financiamiento de tal cantidad, por eso ayer la Cámara de Diputados aprobó la emisión de más deuda pública, a través de la colocación de bonos, por valor de RD$344,000,000,000.00 (Trescientos cuarenta y cuatro mil millones de pesos dominicanos con cero centavos), el equivalente al 30.14% del presupuesto; lo que significa que el presupuesto del próximo año tiene un déficit de más de una cuarta parte de su valor total, y que consecuentemente hay que financiarlo con más emisión de deuda.
