Esta centenaria municipalidad que por muchos años constituyó el principal activo de la provincia Barahona, hoy por hoy, ha perdido su espacio al no tener representación legislativa y adolecer de autoridades que regulen el diario vivir.
Este centenario pueblo no tiene un fiscalizador o fiscalizadora que represente la sociedad, hay una que viene dos veces a la semana porque comparte sus funciones con otra comunidad, tampoco tiene un juez de paz fijo, el que nos asiste esta en igual condición que la magistrada fiscalizadora.
Y para colmo el número de agentes policiales está lejos de la media docena, y aun así, reina una paz relativa, aunque cuando se producen hechos punibles, de violencia y raterismo la indignación social se hace sentir y se manifiesta la impotencia ciudadana.
Esta realidad contrasta con épocas de mayor seguridad ciudadana y armonía familiar donde ENRIQUILLO tenía toda su representación en la justicia, policías, guardias y ciudadanos de gran autoridad sobre los demás.
Ante un vacío y descuido de tal naturaleza ojalá la luz del divino nos siga alumbrando, y evite que las puertas del infierno se abran de par en par en una comunidad de paz y de tradicional hospitalidad.
Egresado como periodista de la Escuela de comunicación de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Cuatriboliao, Minoso y más Cabraleño que una Cachua o una Viejaca.