Por Wellington Pérez
En los últimos meses observo una disrupción en la forma de manejar una crisis comunicacional que afecta instituciones, funcionarios y figuras importantes de Barahona y sus municipios.
En el mundo hiperconectado de hoy, una crisis puede estallar en cuestión de segundos y propagarse como pólvora. El manejo de crisis en comunicación es una disciplina crucial para proteger la reputación, restaurar la confianza y minimizar daños a la imagen de una organización o figura pública. Aquí exploramos cómo enfrentarlas con inteligencia y estrategia.
Anticipación y preparación
Toda organización debe contar con un plan de comunicación de crisis. Este debe incluir protocolos de respuesta, responsables designados, y canales oficiales listos para activarse. La prevención no siempre evita la crisis, pero facilita una respuesta rápida y coherente.
Transparencia y coherencia
Cuando la crisis estalla, es esencial comunicar con honestidad, claridad y empatía. Ocultar o maquillar información puede agravar el problema. Las declaraciones públicas deben ser consistentes, con un portavoz bien preparado, para evitar contradicciones.
Gestión en redes sociales
Las plataformas digitales son tanto aliadas como amenazas en tiempos de crisis. Es vital monitorizar constantemente lo que se dice, identificar rumores o desinformación y responder con información oficial. La velocidad es clave, pero nunca a costa de la precisión.
Reconstrucción de la confianza
Tras controlar la crisis, llega el momento de reconstruir. Esto implica explicar lo ocurrido, reconocer errores si los hubo, y detallar las acciones correctivas. La rendición de cuentas y la proactividad son fundamentales para recuperar la imagen pública.
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Una gestión de crisis bien ejecutada no solo mitiga daños, sino que puede transformar una amenaza en una oportunidad para fortalecer la relación con el público. En comunicación, las crisis no se evitan por completo, pero sí se pueden dominar con preparación y humanidad.
